Ayer, 8 de marzo, fue el día internacional de la mujer y del feminismo. Un día para lucir los progresos hechos durante todo el año los avances conseguidos. Como en los carnavales, uno no trabaja solo ese día, sino que le dedica todo un año en sus ratos disponibles a dicha actividad y ese es su día de fiesta; como en una galería de arte, como en un congreso científico, etc.
Ayer, las calles se llenaron de manifestantes y se lucen de manera visual, sonora y emotivamente los progresos hechos en materia de feminismo. Por lo que una manifestación es un recurso para pedir respeto a quien está en contra (déjame ser), para animar a quien duda (atrévete a ser) y para quien está a favor, un refuerzo (hago bien en ser).
Un progreso personal para compartir
Un avance que he hecho este año viene en forma de respuesta a una pregunta que no recuerdo y es motivo de conflicto en algunas conversaciones. Lo expreso a modo de principio y espero que nos sirva para seguir avanzando.
Una diferencia natural o real no debe conllevar a una diferencia legislativa. Ni una igualdad legislativa debe llevar a destruir la diferencia natural o real.
Recalco que son dos frases y si olvidamos una caemos en un error. Así debemos ofrecer –hablando simbólicamente– una pelota o una muñeca a un bebé (niña o niño) y que libremente elija. Esa es la igualdad que buscamos. Si luego ocurren diferencias que se ven reflejadas en las estadísticas que no sea por imposición social ni mucho menos por requisito legal.
Así pues, imponer que una diferencia no exista es destruir el feminismo. (Una diferencia natural). Esta no es la igualdad que buscamos y si nos hemos equivocado, aceptémoslo, rectifiquemos y el año que viene acudamos a la manifestación para lucir nuestro progreso.
Buscamos igualdad de derechos y oportunidades para que cada persona sea como libremente elija serlo dentro del respeto a las demás personas.
El trasfondo numérico
Una médico feminista me ayudó a ver que los números ayudan al diagnóstico, pero no son suficientes. Se requiere otro trabajo. De ese modo y en la misma línea, ver en las estadísticas una diferencia conductual no es siempre sinónimo de injusticia, como decía, pero sí un síntoma que debe despertar nuestro interés para estudiar a fondo lo que está ocurriendo con la finalidad de descartar o curar.
Por tanto, imponer la paridad de sexos de manera legislativa es destruir la estadística y cerrar un ojo a nuestra capacidad de ver. De ese modo, nos cerramos la oportunidad de ver las injusticias y de remediarlas socialmente. Este es un error común cuando usamos los números o las matemáticas.