Es una canción de Mecano la que nos dice que el Aire es un ente sin forma definida. La belleza de esta afirmación, para mi, reside en su pretensión de afirmar un imposible pues no creo que exista nada sin forma alguna.
Bien saben los tipógrafos que hasta las letras tienen forma y, esta, comunica, es decir, interviene en el contenido del mensaje, dando un significado u otro a aquello que se expresa mediante el texto.
Miren, sino, el vídeo de Ana Cirujano. En tres minutos les convencerá con una frase cuyo mensaje cambia según la forma de la letra. Ella lo dice y lo hace pronto, pero no es cualquier cosa conseguir que la tipografía vaya acorde al mensaje.
Pero, un momento, ¿qué ciencia estudia la forma? Es aquí donde entran las matemáticas, en concreto la geo+metro+ía. Esta nace de estudiar la cualidad de medir la tierra de los agricultores o sus propietarios.
No obstante, ha evolucionado: de medir la tierra, tenga la forma que tenga, ha pasado ha clasificar su forma, mida lo que mida. La geometría nos da la posibilidad de ver el universo curvo y los demás científicos deben despejar esa duda.
Como habrás visto, hoy en día, es indiferente estar en linelandia, una dimensión, en planilandia, dos dimensiones, o en n-landia; allí está la geometría para medir su capacidad y describir su forma. Pero todavía no ha llegado a tipolandia.
Quiero recalcar, como canta Ana Torroja, que el aire tiene una peculiaridad que no posee el espacio –¿o sí?– : su forma varía y por ello no contiene ninguna en concreto, aunque si muchas y bien definidas.
Otra vez el poeta se adelanta a la ciencia. Los tipógrafos no son menos y nos hablan de tipografía responsive. Hoy, en la web, solo es elegir el tamaño según el espacio envolvente. Se imaginan poder elegir también su forma de manera continua.
¿Será la tecnología capaz de dar dicha posibilidad?¿Podrán los matemáticos ayudar en dicho propósito?¿Los artistas y tipógrafos tendrán paciencia para esperar o romperán las barreras como siempre?
Mientras tanto, pidan a la tecnología y a las matemáticas todo aquello que les gustaría que fuese posible en su vida cotidiana. Los matemáticos y tecnólogos lo agradecerán. Se sentirán útiles, sin la necesidad de ser importantes.