La subjetividad no es más que una perspectiva de ver la vida. Una veces dependerá de nuestro estado emocional y otras veces intervendrán otros factores, pero sin duda influye en la supervivencia. En la foto de cabecera vemos un patito acurrucado lo que nos da la sensación de frío. Sin embargo, un oso polar tendría calor porque el hielo se derrite. Uno podría entrar en el debate de si hace frío o calor, pero no voy a seguir en esa línea de ¿quien tiene razón? Más allá de una respuesta, afirmo que la diversidad subjetiva ayuda a la supervivencia del grupo.
Para defender tal sentencia podría basarme en la teoría de la evolución de Darwin. Si el ser humano ha plagado todo el globo terráqueo y es tan diverso en la subjetividad es porque esta le ha ayudado a superar todas las adversidades con las que se ha encontrado hasta ahora. No obstante, si vemos un caso práctico que podría ser real, se verá mejor. Te invito a leer atentamente el siguiente cuento.
La plaza del escondite
En la plaza más jovial del pueblo se disponen unos niños y niñas a pasar una tarde jugando. Los servicios de seguridad junto con las madres y los padres ya han hecho su trabajo para que se les pueda dejar solos sin que ello sea un riesgo para nadie. Al menos eso creen todos en dicha localidad.
Estos niños, provenientes de calles diferentes, escogen el juego del escondite para las próximas horas. Como cabe de esperar, en un lugar indeterminado de la plaza se reúnen para ver quien tiene la mala suerte de pagar. «¡A quien le toque el palillo más largo!» Dice alguien. Así que una niña pequeña se encargará de buscar entre los rincones. Por lo visto, el juego transcurre con sosiego y tranquilidad en una tarde que alguien no olvidará.
Al pasar un tiempo, María, madre de Juan, ya mayor, manda a este a vigilar la plaza, pero con la instrucción de que no se den cuenta de su presencia para no romper ese clima que caracteriza al juego. Al regreso, Juan le cuenta a su madre que su hermana pequeña no estaba y que solo había un chico en la plaza mirando por los rincones.
María se asustó al conocer la noticia, por lo que llama a su vecino Vicente para contárselo. Este sorprendido, manda a su hija mayor a ver que pasa. Al regreso, la hija dice que están corriendo, sin duda les había pillado en el tiempo de descuento en que la que más y el que menos corre en busca de un escondite. Esta vez es Juan quien se inquieta y quiere saber qué ha sucedido. Así que vuelve a ir, para a la vuelta contar que sólo había una niña buscando por los rincones y no era su hermanita.
Entre tanta diferencia de testimonios María decide ir ella misma a ver que pasa. Por el camino, ve a un hombre con un saco que no consigue reconocer. Llega a la plaza y ve a su hija con todas sus amigas y amigos reunidos eligiendo un palillo. María se tranquiliza. La panda de jugadores que ve interrumpida su calma por un adulto decide jugar al stop.
Cuenta la leyenda que existe un hombre malévolo que le gustan los niños y usa un saco para cazarlos como si fuesen mariposas revoloteando libremente. ¿Quien sabe quién era ese desconocido que vio María? Lo cierto es que al finalizar la tarde todos los niños y niñas llegaron sanos a sus casas un día más.
Continuará…
El análisis
Evidentemente, los hechos son los mismos para todos, pero las vivencias son todas diferentes lo que da lugar a tener percepciones distintas y diversas subjetividades de lo que ocurrió. Los niños pasaron una buena tarde. María, en cambio, se llevó un buen susto. Vicente molestó a su hija para nada, según él. Juan se quedó sin entender muy bien que sucedió y así un sin fin de subjetividad encadenada.
En este caso se necesitaba observar de manera sutil. Y ¿qué ocurre cuando algo se repite? Una periodicidad. Ello me recuerda a las funciones trigonométricas. Imaginemos que estamos ante un comportamiento que se puede expresar con la función sen(x), por ejemplo, una pequeña esfera que sube baja lenta y regularmente.
Si observo a partir del instante inicial, 0 segundos, y repito la observación con el mismo periodo que la esfera, tendré una recta horizontal en Y=0. Para verlo más claro recurramos al gráfico. Cada punto grueso representa la posición de la esfera en el que se observa. Altura 0, debido a mi periodicidad en la observación.
Si unimos los puntos en linea recta, induce a pensar en:
Ahora bien, si alguien observa con la misma periodicidad, pero empieza un poco más tarde, tendremos que los puntos de observación son:
Lo que induce a creer en:
Otra vez. Si hacemos lo mismo, pero desde un instante diferente, veremos lo mismo, pero con diferencias.
Lo que induce a creer en:
Podemos caer en el debate erróneo de qué recta es la verdadera o en cambio, integrar todas la observaciones en una sola. ¿Qué ocurrirá?
Lo que induce a creer en algo que se aproxima mejor a la realidad.
Este ejemplo de la esfera, al igual que el cuento y en la imagen del patito, se trata de unir los hechos, antes que de saber quien tiene razón. Dicho de otro modo, se trata de ser inclusivo ante la diversidad de observaciones y subjetividades diferentes que dan lugar los mismos hechos. Debemos dejar atrás la imposición de una de ellas ante las demás. Ello implica renunciar al dicho que dice que la mejor defensa es el ataque, o en este caso, reconocer que la mejor defensa de tu subjetividad no es la imposición.
Debemos encajar todos los puntos de vista y reconocer que los demás también tienen razón por mucha seguridad que uno o una misma tenga en ella como persona. Será cierto que solo hay una verdad, pero no hay nada a priori que obligue a residir en una sola subjetividad. Ni nada que nos diga que la subjetividad sea un estorbo para la supervivencia, todo lo contrario: la diversidad en todas sus dimensiones nos lleva a la supervivencia del grupo gracias cada vez a uno distinto.
A continuación, te dejo el final del cuento.
Continuación…
Ocurrió algo al finalizar la tarde. El hermano loco de María, corto de estatura, llegó para cenar, hora prohibida para él. Interrumpió entre la riñas para contar que había luchado contra «un hombre grande, muy grande… » y repetía «un hombre grande, muy grande» cuando quería decir un hombre fuerte, muy fuerte y no lo conseguía debido a su estado de shock. Pero, como a todos los locos, no se les hace caso y se les manda para la habitación.
El hermano de María estaba loco. Sí, pero no mentía. Además, sabía que mientras los niños correteen por las calles, todo va bien. Por ello, disfrutaba de escuchar como jugaban. Tristemente su experiencia se lo enseñó aunque no era consciente de qué le arrebató su sonrisa de pequeño y le provocó todo ese sufrimiento mental y social ligado a la locura.
Pero bueno, mientras las risas infantiles sigan correteando por las calles y las plazas del pueblo sean puntos de juego, la vida es hermosa y el sufrimiento se desvanece.
FIN
Agradecimientos
- Foto de cabecera de Brian Kyed en Unsplash
- Foto sepia de Caroline Hernandez en Unsplash
Muy interesante. Se me ocurre también la idea de considerar la introducción de más puntos de observación, manipulados intencionadamente, como herramienta de manipulación de la realidad, empleados por entes para el control de la opinión de las masas. Ejemplo de ello las llamadas fake news, tan de moda últimamente. Otra forma de manipulación de la realidad sería la amplificación intencionada de uno puntos y la ocultación de otros . En fin, un tema realmente complejo que daría para muchas horas de conversación.
¡Interesante! Creo entender tu posición. Una fake new se disfraza de subjetividad y es totalmente un veneno informativo que busca la manipulación. Sí es eso, te doy la razón. Pero distingamos entre opiniones erróneas con mala intención y opiniones subjetivas que nacen espontáneamente.
Por ejemplo, es subjetivo decir que falta medio vaso de agua porque está medio vacío, pero no es falso en el caso de que su volumen esté al 50%. Con lo cual, es una opinión subjetiva y cierta como sucede con decir aún tenemos medio vaso de agua.
¿Qué me dices?