Posiblemente sea la vanidad personal la que nos hace creer que estamos encima de la cúspide de la evolución natural. Nos creemos, los humanos, el animal superior a todos y, en realidad, somos uno más en este berenjenal de seres vivos.
La inteligencia o alguna de sus manifestaciones de esta es la excusa que usamos para argumentar nuestra superioridad. Pero ¿qué sucede cuando miramos al mundo? Ocurre que, parece ser, nos comportamos como garrapatas de la Tierra succionando sin parar todo fruto de ella; sea inerte o no.
Por ello y no sé a que necedad se debe, parece que seamos un virus, aunque con vida propia. Mientras los animales no rompen la armonía de la vida, nosotros la estamos poniendo en peligro al causar el cambio climático.
Visto lo anterior me pregunto, ¿es cierto que la inteligencia es algo superior? ¿o es inferior? La inteligencia la definiría como la capacidad de saber algo sin necesidad de la comunicación previa, es decir, que no hace falta que nos lo digan para saber algo.
Si fuese superior estaríamos encima de la cúspide de alguna jerarquía. Si fuese inferior, entonces estaríamos en el extremo inferior de la jerarquía anterior. También está la visión neutra. Esta nos libra de caer en la vanidad y nos integra mejor en la naturaleza.
No hay duda que la naturaleza ha recorrido el camino de crear la inteligencia y nos ha tocado a nosotros. Pero ¿cuál es el sentido de la inteligencia? ¿Para qué necesita la naturaleza un animal inteligente? La inteligencia, que tiene la debilidad de equivocarse y hacer lo contrario, ¿es biorentable?
La explicación que le encuentro nace de observarla a ella misma. La naturaleza es portavoz de la vida, va expandiendo y diversificando todas y cada una de la formas de vida posibles en la Tierra. No me cabe duda que el ser humano es una forma de vida más con la misma misión que todas ellas: perpetuar la vida.
Una vez más, la vida es el objetivo. Los recursos de la naturaleza son diversificar su forma y expandir su situación por cualquier lugar. Hay, agua, vida en el agua. Hay tierra, vida en la tierra. Hay atmósfera, vida en ella. Hay espacio exterior… He aquí la necesidad de la inteligencia.
No conozco vida extraterrestre, pero con uso de la inteligencia la podrá haber. Debemos expandir la vida al espacio exterior. ¿Para qué sino la inteligencia? ¿Para qué arriesgarse a un cambio climático? ¿Por qué sufrir los defectos del hombre?
Tenemos la oportunidad de cumplir con nuestra misión no impuesta y sí descubierta: perpetuar la vida allá donde sea. Debemos aceptar, como cualquier otro ser perteneciente a la naturaleza, nuestra misión de garantizar la vida.