Cibernética y fantasía

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La Historia Interminable es un film de mi infancia que viene acompañada por una canción también inolvidable. Está basada en la novela, de mismo título, del escritor alemán Michael Ende.

Seguramente, conocerá su argumento y, por tanto, sabrá que Atreyu es el encomendado para salvar la «Tierra de Fantasía» en libro que lee el protagonista. La verdad es que, en ese momento, siendo niño, no entendía la importancia de la fantasía en el mundo real. Seguí así a lo largo de las últimas décadas hasta que, no hace mucho, vi este cortometraje dirigido por Sarah Rozik: El Otro Par.

Puede parecer que no haya relación entre este cortometraje y la novela de Ende. Sin embargo, lo que dice una viene justificado por la otra obra. El cortometraje es una fantasía materializada, con mucho talento, en un medio audiovisual, ya que contagia la idea del bien. Puede que, como fantasía, sea un mero pasatiempo bonito, sin embargo la novela deja claro el valor de esta capacidad humana de imaginar lo que sea bajo ninguna restricción.

Nos esforzamos en mejorar el lugar donde vivimos: buscamos más calidad de vida, más justicia, más igualdad… Aunque, nos olvidamos de nosotros mismos; de la humanidad que llevamos dentro. El vídeo demuestra que las clases sociales no son el problema para conseguir un mundo mejor. La clave está nuestra actitud.

Recordemos las palabras del Maestro Gandhi:

«Sé el cambio que quieras ver en el mundo.»

Como el demostró, no hace falta una revolución «sangrienta» que, presuntamente, cambie las cosas, de un día a otro, para mejorar la situación. Hace falta un poco de paciencia y aportar ese granito de arena que nos corresponde. Ser humildes y ser conscientes de que es todo y cuanto podemos hacer –que no es poco–.

El vídeo me da a entender que, con nuestra actitud, los defectos del sistema heredado de las generaciones pasadas, serán disueltos y, por arte de magia, estaremos en un Edén. Recibiremos, además, el mérito añadido de haberlo creado nosotros mismos; algo que ningún Dios, real o fantástico, y digno de ser amado, reprochará.

Michael Ende, en una entrevista hecha por El País dijo que el mensaje que intentaba transmitir era el siguiente:

Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho método[…] Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico.

Todo ello nos lleva a un camino que la humanidad necesita recorrer para estar continuamente haciendo de la tierra un mundo mejor. Primero, se tiene una fantasía, algo que en principio es imposible que ocurra. Pasará el tiempo y, poco a poco, se convertirá en un sueño, algo que puede que ocurra, aunque no podemos hacer nada. Más adelante, será una ilusión, unos hechos deseados que podemos intentar propiciar para que, con suerte, ocurran. La evolución del mundo, que convive con alguien que se recrea en esa fantasía-sueño-ilusión nos llevará a ver el camino que debemos recorrer y se convertirá en un objetivo, algo que podemos hacer realidad. Emprenderemos las acciones pertinentes y lograremos la realidad deseada, algo que se vive, se percibe y se disfruta. A continuación, pasaremos a tener una nueva fantasía.

Así lo haremos, como una historia interminable. Empezaremos por nosotros mismos: creando un mundo mejor en nuestra fantasía, en el lugar de Ende. Continuaremos el cambio que deseamos ver en el mundo; dicha fantasía se convertirá en un sueño. Pasará a ser una ilusión y, luego, será un simple objetivo a ejecutar. En forma de esquema los pasos son:

  1. Fantasía
  2. Sueño
  3. Ilusión
  4. Objetivo
  5. Realidad
  6. Vuelta al primer punto.

La cibernética es la ciencia que está haciendo posible que las máquinas sean más humanas, en forma de robots. Dispone de muchos algoritmos para que ello sea posible. Parece ser que el de los humanos sea el descrito anteriormente. Ya que, una máquina nunca podrá compilar este algoritmo mientras no sea capaz de sentir la fantasía.


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