Aprender. Eso que hacemos en la escuela y no lo valoramos. Al terminar los estudios, que la sociedad nos pide, nos defendemos más o menos bien en la vida. Sin embargo, no apreciamos el fruto del esfuerzo hecho durante el periodo «estándar» de aprendizaje. Además, muchos son quienes llegan a la conclusión que la experiencia es sinónimo de aprendizaje. Es decir, piensan que cuando uno ha pasado unos años ejerciendo cierto trabajo, entonces ha aprendido a saberlo hacer. Pero, no siempre es así. Demasiadas veces nos encontramos con personas que repiten el mismo error, una y otra vez, a pesar del tiempo dedicado a dicha labor.
Si todos sabemos cuándo ir al médico, ¿por qué no somos conscientes de cuando debemos acudir a un profesor o al aprendizaje autodidacta? Se nos ha transmitido el mensaje de que “El saber no ocupa lugar”, como sinónimo de que cuanto más sepas, mejor. Esto no está mal, sin embargo, el aprendizaje requiere atrevimiento y, sobre todo, tiempo. Es aquí donde surgen las dificultades para detectar el momento en que se hace necesario aprender. A continuación, les ofrezco una lista de cuándo necesitamos aprender más allá de los que la experiencia nos puede ofrecer.
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Cuando tenemos que reajustar nuestra conducta. Cuando veamos que nuestra conducta no es lo suficientemente buena para afrontar las situaciones actuales, hay que acudir a un profesor. Si somos capaces de predecir que nuestra conducta no lo será para afrontar ciertas situaciones nos será de gran ayuda. Siempre que nos anticiparemos a los problemas será beneficioso. Incluso se puede evitar la aparición del problema.
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Cuando debemos de ser aceptados por otros. Este es el caso de muchos comerciales. Quizás la formación recibida en la escuela es suficiente, pero si vemos que no, debemos acudir a un profesor.
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Cuando nos enfrentamos con nuevas responsabilidades. Tendremos un mejor desarrollo ante estas nuevas responsabilidades, si nos adelantamos a las soluciones nuevas que ellas piden. Esto nos lo puede facilitar un profesor.
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Cuando tenemos que cooperar de nuevas maneras. Aquí se requieren de nuevas habilidades sociales que, forzosamente, debemos de desarrollar.Por ejemplo, al salir al extranjero debemos de acoplarnos a su cultura.
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Cuando tenemos nuevas dificultades. Las dificultades nuevas nos obligan a afrontar las situaciones venideras de manera distinta.
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Cuando tenemos una crisis emocional (no grave). Aquí, el médico emocional (psicólogo o psiquiatra) nos hará la función, entre otras, de profesor en muchos de los casos.
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Cuando somos persistentemente curiosos.
Siempre nos queda el aprendizaje de la experiencia; pero, esto implica aplicar el ensayo-error, mientras que el profesor nos acorta el camino, lo que lleva al ahorro de errores. Quienes se mueven en la empresa, saben que dichos fallos acaban en pérdidas económicas.
Finalizaré diciéndoles que no he encontrado mucho sobre este tema. Además, me decepciona no recordar a algún profesor explicarme este asunto –tal vez ese día no acudí por causas de salud–. Así que espero que esta reflexión les sirva de guía para detectar esos momentos en que se necesita aprender. La vida nos examina constantemente. Recuerden no acudir a su profesor el día antes del examen.