Una alternativa para llegar al acuerdo de París 2015

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En 2015, no hace mucho, 195 países del mundo se reunieron en París para hablar y llegar a acuerdos sobre un tema en común. A veces, los planetas se alinean y, esta vez, los distintos gobiernos convergieron en establecer un objetivo común: mejorar la resiliencia humana. El vídeo promocional expresa y contagia el entusiasmo y la ilusión puesta en el acuerdo.

Cuando lo vi me pregunté por el sentido de la palabra resiliencia, ya que desconocía su existencia (por lo visto los correctores también). Veamos que significa, según la RAE:

1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

Personalmente, creo haber entendido su significado. Diría, en palabras más sencillas y sin que ello suponga una pérdida de precisión, que es la capacidad de supervivencia de un ser vivo o sistema de seres vivos. Tengamos en cuenta que nuestro entorno está lleno de agentes perturbadores.

Para mejorar la resiliencia, entonces, se puede mejorar la capacidad de adaptación del sistema de seres vivos al medio ambiente (su entorno o ecosistema). También se puede hacer al revés, adaptar el medio a ese sistema en concreto. Además, cualquier combinación de las dos anteriores también sería válida.

Para ello debemos primero responder a esta pregunta: ¿qué caracteriza a un sistema vivo? Si este cambia tanto, hasta tal punto que no se le puede reconocer, se habrá extinguido y, por tanto, no se habrá adaptado a la situación. Es por ello, que la filosofía es esencial para lograr este empeño, ya que es la encargada de responder a la pregunta: ¿quiénes somos?

La pregunta anterior es vital para nuestra supervivencia porque, si dispusiéramos de una respuesta que nos guste a todos, nos facilitaría mantener nuestra esencia, siempre que nos encontrásemos ante la amenaza de la extinción. Recordemos que, una excesiva cantidad de mutaciones no apropiadas, nos llevaría a ser otra cosa.

Se puede apreciar, con unos conocimientos básicos de la historia de la humanidad, que hemos sobrevivido sin llegar a un consenso sobre quiénes somos. Esto lo hemos conseguido conservando todas nuestras características. Para ello, hemos usado distintas herramientas: fuego, ropa, agricultura, transporte, viviendas…

Sin embargo, no nos hemos detenido a reflexionar sobre cuáles son las causas que pueden provocar que estas herramientas se puedan volver en nuestra cuenta. El uso excesivo de recursos tomados del medio para sobrevivir a este, nos ha llevado a mutarlo (el medio) de forma que nos enfrentamos a un entorno desconocido.

He aquí un motivo más para mejorar nuestra resiliencia: un entorno mutado. Lo que implica a tener que conseguir una tercera opción: crear o regenerar la naturaleza. Para ello necesitamos llevar una contabilidad natural: naturaleza usada para vivir comparado con naturaleza creada o reconstruida para que esta no cambie y seguir teniendo las mismas condiciones ambientales en las que sabemos sobrevivir.

Es de vital importancia llevar acabo esta contabilidad en algún tipo de moneda natural. Lo contrario, nos llevará a crear un nuevo entorno al que no sabemos si podremos sobrevivir, tal y como somos hoy en día. Esta contabilidad se está haciendo desde el voluntariado social y sin suficiente aprecio gubernamental, gracias a la Huella Ecológica de William Rees y Mathis Wackernagel.

Esta vez, todo apunta a que no se trata de adaptar o adaptarnos, sino de tener las ideas claras. Se trata de crear y/o reconstruir la naturaleza salvaje en la que estamos acostumbrados a vivir. Esta vez, debemos ir más allá y aplicar esta tercera opción, sin olvidar que las demás, también son bienvenidas.

Quizás el lector se pregunte qué relación tiene este artículo con el tema del presente blog: encontrar un modelo matemático del color. Esta duda se responde en los siguientes artículos: Los colores de la naturaleza I y II. No obstante, resumiré brevemente lo dicho en los artículos.

Una de las ventajas de encontrar un modelo del color es extrapolarlo a la biología. Los seres vivos están caracterizados por su genética, el ADN, la cual consta de cuatro sustancias: Adenina, Citosina, Timina, Guanina. Ello me lleva a pensar que es lo mismo que con los colores, pero con estas cuatro letras: A,C,T,G.

A pesar que habrá diferencias, el camino recorrido en los colores nos será de gran ayuda. En cierto modo los seres vivos son como colores formados a partir de cuatro colores primarios. La extrapolación nos ayudará a predecir si el siguiente paso de la evolución natural es compatible con todos sus seres vivos o si alguno se extingue.

En otro artículo, El sentido de la inteligencia y la misión del ser humano, expongo mi opción de exportar la vida a otros planetas. Para ello, debemos asegurarnos de que la «naturaleza hija», generada en otro planeta, no ponga en peligro a nuestra naturaleza y de ese modo ambas convivirán.

Como ven, la finalidad es engendrar la vida allá donde no está y, a su vez, seguir haciéndola posible donde ya está. No hemos venido para convertir la naturaleza en oro, más bien al revés: lo inerte en vida. Por ello, mejorar la resiliencia humana es una obligación de la que no podemos renunciar y así lo manifestaron todos los dirigentes.

Poco podremos esperara de aquellos que dan valor a lo que no cubre nuestras necesidades biológicas, de aquellos que prefieren el oro a la comida, ropa, climatización… No obstante, sólo son una minoría que no debe afectar a nuestra motivación: nunca son todos y siempre hay gente como nosotros.

Para finalizar, quiero recordar que respetar significa aceptar a gente con diferencias. Yo, al igual que muchos creemos en el respeto y la libertad. Ello significa creer en que se pueden conseguir los objetivos conociendo la diversidad de acciones y basándonos en la libertad de todos incluso la nuestra.


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